El 24 de enero hemos vuelto a Mumbai. Salimos a las 4.45 como estaba previsto y tras un viaje por fin sin incidencias a las 13:30 estábamos aquí.
El último día en el hospital fue de despedidas como no podía ser de otro modo. Nos fuimos despidiendo de todo el personal del hospital a medida que pasaban. Doctores, enfermeras, personal de limpieza, cocina, etc.
Por la tarde lo hicimos de nuestra familia. Vinieron los cuatro a desearnos lo mejor y esperar vernos pronto otra vez, aunque saben que no podemos dar fechas y que ni siquiera podemos asegurar que vayamos a volver algún día. No hemos podido pasar mucho tiempo con ellos en esta ocasión y eso ha hecho que la despedida no sea tan dura como la vivida hace tres años. El que peor lo ha llevado ha sido Sonu que se nos echaba a los brazos y se despedía de sus padres diciendo que se venía con nosotros. Seguiremos en contacto.
La última despedida ha sido con las tres chicas de Orisha. Dos de ellas trabajan en la fábrica donde se elaboran las medicinas y la tercera en la cocina con Usa, que no ha querido venir a despedirse porque no quería que nos fuésemos. Baghitotti, Mittani y Poiveni no hablan inglés y apenas chapurrean Malayalam por lo que no es fácil comunicarse con ellas, pero hay veces que no hace falta mucho para entenderse. Todos estos días nos han ido contando detalles de su vida y han agradecido mucho las muestras de cariño. Son muy jóvenes (entre 16 y 18 años), están lejos sus seres queridos y su vida aquí se limita a trabajar de sol a sol los siete días de la semana. Van a su casa sólo dos veces al año, y es que el viaje en tren dura nada menos que 5 días.
No están especialmente contentas con sus condiciones laborales aquí, pero sus familias necesitan este dinero y no tienen otra opción. No daremos más detalles, pero ya tienen prevista su marcha; será muy difícil que las volvamos a ver y esta despedida será casi con seguridad al última.
Ha sido sin duda la despedida más dura y la que más nos ha llegado al corazón. Han venido con su mejor ropa para sacarse una foto de despedida y a la hora de irse se han abrazado a Estrella y se han puesto a llorar. Nos ha sorprendido el llanto de Baghio porque salía de muy adentro. Han sido unos minutos (o quizá segundos) interminables en los que no sabíamos como consolarla. Estas tres chicas son Adivasi y viven en uno de los estados más pobres de la India. Su futuro no será distinto al que han tenido sus padres y se casarán pronto para formar su familia y con suerte seguir trabajando para conseguir dar de comer a sus familias. Les deseamos lo mejor, se lo merecen.
En Mumbai nos esperaba Shiji, la hermana pequeña de Shiny y hemos pasado unas horas con ella poniéndonos al día y recordando batallitas de hace tres años.
El último día esperamos ver a Roy, que ha prometido visitarnos. En nuestra anterior visita nos ayudó mucho y tenemos pendiente volver juntos a Cochí, pero no será este año.
La madrugada del 27 tomamos el vuelo a casa. El vuelo sale a las 4.20am y basta que estemos allí a la 1.20am, pero nos han recomendado que no tomemos un taxi a esas horas, por lo que vamos a ir al aeropuerto con mucho tiempo.
El último día en el hospital fue de despedidas como no podía ser de otro modo. Nos fuimos despidiendo de todo el personal del hospital a medida que pasaban. Doctores, enfermeras, personal de limpieza, cocina, etc.
Por la tarde lo hicimos de nuestra familia. Vinieron los cuatro a desearnos lo mejor y esperar vernos pronto otra vez, aunque saben que no podemos dar fechas y que ni siquiera podemos asegurar que vayamos a volver algún día. No hemos podido pasar mucho tiempo con ellos en esta ocasión y eso ha hecho que la despedida no sea tan dura como la vivida hace tres años. El que peor lo ha llevado ha sido Sonu que se nos echaba a los brazos y se despedía de sus padres diciendo que se venía con nosotros. Seguiremos en contacto.
La última despedida ha sido con las tres chicas de Orisha. Dos de ellas trabajan en la fábrica donde se elaboran las medicinas y la tercera en la cocina con Usa, que no ha querido venir a despedirse porque no quería que nos fuésemos. Baghitotti, Mittani y Poiveni no hablan inglés y apenas chapurrean Malayalam por lo que no es fácil comunicarse con ellas, pero hay veces que no hace falta mucho para entenderse. Todos estos días nos han ido contando detalles de su vida y han agradecido mucho las muestras de cariño. Son muy jóvenes (entre 16 y 18 años), están lejos sus seres queridos y su vida aquí se limita a trabajar de sol a sol los siete días de la semana. Van a su casa sólo dos veces al año, y es que el viaje en tren dura nada menos que 5 días.
No están especialmente contentas con sus condiciones laborales aquí, pero sus familias necesitan este dinero y no tienen otra opción. No daremos más detalles, pero ya tienen prevista su marcha; será muy difícil que las volvamos a ver y esta despedida será casi con seguridad al última.
Ha sido sin duda la despedida más dura y la que más nos ha llegado al corazón. Han venido con su mejor ropa para sacarse una foto de despedida y a la hora de irse se han abrazado a Estrella y se han puesto a llorar. Nos ha sorprendido el llanto de Baghio porque salía de muy adentro. Han sido unos minutos (o quizá segundos) interminables en los que no sabíamos como consolarla. Estas tres chicas son Adivasi y viven en uno de los estados más pobres de la India. Su futuro no será distinto al que han tenido sus padres y se casarán pronto para formar su familia y con suerte seguir trabajando para conseguir dar de comer a sus familias. Les deseamos lo mejor, se lo merecen.
En Mumbai nos esperaba Shiji, la hermana pequeña de Shiny y hemos pasado unas horas con ella poniéndonos al día y recordando batallitas de hace tres años.
El último día esperamos ver a Roy, que ha prometido visitarnos. En nuestra anterior visita nos ayudó mucho y tenemos pendiente volver juntos a Cochí, pero no será este año.
La madrugada del 27 tomamos el vuelo a casa. El vuelo sale a las 4.20am y basta que estemos allí a la 1.20am, pero nos han recomendado que no tomemos un taxi a esas horas, por lo que vamos a ir al aeropuerto con mucho tiempo.